Veinte días de descanso de la tesis


El primer diario de campo propiamente dicho

El diario de campo que se va a leer a continuación fue escrito el 21 de agosto de 2020 y es la primera entrada que puede denominarse así de tal manera. Antes eran notas sueltas, elementos concretos más propios de los memorandos (memos de aquí en adelante) anexos a las entrevistas que a un diario de campo. Aquí se ve más la pelea por llevar el día a día y fue la entrada que comenzó un poco todo esto. Las entradas anteriores han sido reconstrucciones de diferentes notas sueltas y reescritas en profundidad. Esta está prácticamente tal cual la anoté, añadiendo únicamente los hipervínculos, eliminando faltas de ortografía y algún dato que, de momento, mejor se quede en la trastienda de investigación. Las notas al pie son nuevas, fruto de la relectura para esta publicación. Sí, el texto va un poco sin rumbo, sin mantener un tema fijo. Pero al fin y al cabo estas entradas las escribo para mí, no para un posible lector. Que se publiquen es para hacer lo más transparente posible la trastienda de investigación.

Hoy, hace casi veinte días que no toco absolutamente nada de la tesis. Tras el barapalo del rechazo del artículo para Ámbitos1 y la dureza de las últimas entrevistas, mi voluntad ha hecho crack y se ha ido a paseo un buen tiempo. Y en parte lo necesitaba. Estas tres semanas de desconexión de tesis, si bien parcialmente irresponsables2, eran necesarias para mi cabeza y mi descanso. No voy a reenviar el artículo para las actas (del congreso), lo corregiré y ampliaré con los nuevos testimonos que tengo que seguir sacando. Esta semana que viene volveré con las rondas de contactos para seguir haciendo más entrevistas, todavía me quedan cosas y testimonios que obtener.

En parte, esta vuelta se debe a una lectura. El “Diarios de Campo” de Juan Manuel García Jorba ha resultado imprescindible para mi estado mental. No solo me ha mostrado la forma de hacer mejores diarios d campo, más útiles y menos… secos que lo que estaba llevando hasta ahora. Sino que leerlo también es un recorrido por el desarrollo de una tesis al completo, por sus más y sus menos, por los problemas de la investigación de campo, por… bueno, por todo lo que me puede ocurrir dado las similitudes que hay entre los dos casos. Al fin y al cabo, yo estoy haciendo una etnografía3, pero de una forma diferente.

Otra cosa que me ha hecho darme cuenta esta lectura es que este primer año de tesis no ha estado muy bien enfocado. Me he lanzado a escribir, pensando que mi material era ya suficiente, y no. Necesito más bagaje, más entrevistas y más contenido con el que escribir correctamente. Tengo un objeto de estudio muy prospectivo, porque nadie se ha lanzado a hacer algo de este estilo de una manera seguida4. Al fin y al cabo, estoy trazando una especie de perfil de los desarrolladores de videojuegos en España, algo que nunca se ha tratado de hacer en España. Todo el mundo, cuando se le explica esto, dice “es interesante”, pero, ¿tiene de verdad algún interés? ¿Valdrá para algo? Al fin y al cabo, el objetivo de esta tesis es bastante activista, nace de ello y es algo que me persigue.

¿Lo que escribo servirá para mostrar las condiciones y ayudar al cambio? ¿O quedará enterrado entre la caspa académica tradicional? ¿Servirá para algo más que obtener un estéril título de doctor? Sí, quiero obtener el título y, también, aspiro a alguna vez trabajar en la Universidad pública porque la investigación (y la docencia) son temas que me apasionan. Pero, no, no es el principal objetivo de la tesis. Ni creo que deba de serlo.

Desde que estudié documentación, estoy concienciado de una cosa: toda información sin objetivo, sin que sirva de aplicación para algo que mejore el mundo, es inútil. Es solamente una forma de engordar el ego, de crecerte y de sentirte por encima de los demás. No quiero hacer una tesis que acumule polvo, que solo sirva para el propio conocimiento, que no tenga ninguna aplicación en la realidad. Y eso, lo admito, me agobia (creo que es la primera vez que expreso esto así, negro sobre blanco). La Academia, si bien es un mundo en el que me siento (relativamente) cómodo, me produce cierta… vergüenza, entrecomillando mucho esto. Hay cierta cerrazón en parte de la Academia. No en exceso en mi campo en mi campo (al fin y al cabo, la mayoría de los sociólogos con los que he hablado o colaborado tienen esto muy en mente), pero creo que falla algo en la comunicación pública. Falla en llegar al mundo a conseguir algo, me da la impresión. He visto proyectos muy interesantes y necesarios, pero que reciben poca atención y no siempre llegan a cambiar algo, aunque sea mínimo.

En fin, aquí habla un poco la mala leche y el cinismo por mí. Bueno, no creo que sea “malo” per se que la mala leche y la rabia hablen por mí de vez en cuando. Al fin y al cabo han sido en buena parte el motor por el que he avanzado a nivel académico. Rabia contra un sistema, rabia contra las condiciones que he encontrado, rabia contra los discursos que provocan exclusión… Imagino que por eso luego me cuesta hacer las propias entrevistas: las vivo demasiado de cerca, las siento demasiado. Una cosa es empatizar con la persona entrevistada, otra muy diferente que te cueste separar. Justo, el otro día (con la última entrevista), cuando acabé la conexión, terminé con lágrimas y presión en el pecho. Lo que escuché me sonaba demasiado a mi propia experiencia, a la de algunos amigos. Esto es algo que tengo que seguir trabajando, porque si no consigo separar mentalmente todo, acabaré bastante mal5. Voy a tener terapia para rato, parece. En fin, creo que esta es la primera entrada “de verdad” de este diario de campo. Me estoy pensando seriamente publicar esto en el nuevo blog que estoy planteando, el que está hecho en Hugo6. Iré viendo, de momento primero pasar el contenido a la nueva web, pasar el dominio, y luego ya veremos.

PD: algún día de estos debería comenzar a transcribir. Ay, como odio eso. A ver si consigo autotranscripción y me ahorro algo de curro7.

De nuevo, para preguntar o comentar algo, nos vemos por Twitter.


  1. De esto ya hablaré más adelante en otra entrada, cuando toque ampliar y corregir el artículo para mandarlo a una nueva revista. Como resumen: el haber escrito el artículo en poco tiempo (dos semanas) lo ha hecho muchísima mella y me llevo que ni jarto de vino intento volver a hacer algo así. ↩︎

  2. Que se note ahí el buen sentimiento de culpa. Añado aquí que esta culpa ha desaparecido por completo. Necesitaba esas tres semanas de parón de tesis y descansar, en general. ↩︎

  3. Jorba, en este libro, publica sus diarios de campo elaborados durante su doctorado. Su investigación, sobre los testigos de Jehová, tiene ciertas similitudes (metodológicas) con cualquier proyecto basado en entrevistas y en observación participante, por lo que lo recomiendo encarecidamente a toda persona que esté investigando algo relacionado. ↩︎

  4. O sea, que casi nadie ha escrito de este tema, voy a tener que abrir camino y tendré pocas investigaciones específicas en las que apoyarme. O más bien ninguna. Guay por ser “el primero” (me niego a creer que lo sea, alguno tiene que haber que no conozca), mal porque para un investigador que está comenzando a lo mejor este no era el tema más sencillo. Pero bueh, palante. ↩︎

  5. Esto no quiere decir que no sea objetivo, ojo. Durante las entrevistas y durante en análisis no se permite que esto cale (y las revisiones de los textos finales que hacen mis directores de tesis ayudan a ello). Pero es difícil levantar un muro. Es algo que también comenta García Jorba a lo largo de todo su libro y es otro de los motivos por los que me pareció especialmente interesante. ↩︎

  6. El sistema que mueve esta web. Podéis mirar más información en su web oficial↩︎

  7. Spoiler: la autotranscripción nunca funcionó correctamente. ↩︎


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